VIEJOS MIOS

Al pasar por las calles angostas, solía escuchar el silbido de los cuatro vientos y el lamento del viejo Isaac que yacía sentado en el suelo, embriagándose por la alegría y su pesar, cada cierto tiempo entonaba algunas canciones, fraseaba algunas palabras de la estrofa y se quedaba como dormido, de pronto levantaba los brazos,la cabeza y con la mirada en lo alto reprocha a su creador, acongojado y cansado dejaba caer sus brazos sobre sus muslos.

"Isaac es y será un personaje excepcional, porque a pesar de su ceguera, todos los días subía al campanario a tocar las campanas de acero que colgaban de lo alto de la torre de piedra de la Iglesia Colonial, cada sonido era especial, para cada ocasión un toque distinto, para la primera misa, para el angelus, para la procesión, para una boda o para anunciar el fallecimiento de alguien y si éste era varón o mujer. Sólo él solía hacer sonar las campanas con júbilo o pena, él y las campanas se entendían, eran el uno para el otro, nunca se podían faltar, ahora que Isaac ya no está, las campanas ya no suenan igual".
- El trago, su tristeza y su vejez pudo más... y la ley natural de la vida, hizo su trabajo -
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Metros más abajo pasa otro viejo cargando sobre sí los años y la sabiduría, y sobre su espalda jorobada una manta vieja, zurcida y parchada, dentro de ella sus bienes más preciados de toda su existencia, una olla, un plato, una taza despostillada, su frazada y algunos cachivaches que significan para él sus tesoros más preciados.
¡Pobre viejo mío!... Sus zapatos igual de viejos, el color negro ya se borraron , el cuero endurecido y amoldado a la forma de sus pies, el taco desnivelado por el rastre de sus piernas, los pasadores casi a punto de romperse !esas tiras no son pasadores! son lanas de oveja que están torcidas y muy bien anudados, como para que nunca se los va ha desamarrar, por debajo del pasador se deja entrever sus empeines huesudos.
Sobre su cabeza lleva un sombrero viejo, totalmente decolorido, con los bordes gastados y un tanto apolillado, sobre la banda del sombrero escondía sus agujas ensartadas con hilos de colores, que le servían para remachar los huecos que se le formaban en la tela de su pantalón a la altura de sus rodillas y codos, dentro del sombrero carga hojas secas de algunas plantas medicinales, listas para ser utilizadas cuando los necesite y en la mano derecha sujeta un bastón de madera que le sirve de apoyo y guía en su caminar.
Reconoce a las personas por el tono de la voz, en especial a Neco "su gran amor" quien le sirve de ojos en su caminar... así él puede llegar hasta el convento a recibir su ración de alimentos.
¿Cómo olvidar a mi dulce Mateo?
Un hombre pequeño pero con el corazón inmenso.

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