CUENTO DE ESPIAS

Cuando niña, junto con un grupo de amigos planeamos salir de aventura a un cercano e inhóspito bosque llamado “Los once perdidos”. En el trayecto a Raúl se le ocurre jugar a las guerritas, cortamos algunas ramas de los árboles para confeccionar nuestras pistolas, nos dividimos en dos grupos y empezamos a fingir una guerra, recreando los ademanes usados por los militares en este tipo de conflicto. Corrimos y gritamos como locos irrumpiendo la tranquilidad de la naturaleza, rampamos sobre pasto, tierra, piedra y agua, terminamos enlodados, con los pantalones y zapatos rotos, “fue una matanza total” afortunadamente no hubo heridos. Al llegar al bosque nos convertimos en espías, nuestro objetivo era “buscar y descubrir las parejas de enamorados secretos”. Para este cometido teníamos que esparcirnos y subirnos a los capulíes, desde ahí podíamos divisar a los “Romeo y Julieta” toqueteándose y manifestandose su amor. Ahí encontramos a muchos conocidos que sin duda al vernos se avergonzaron, pero tremenda sorpresa me di cuando descubrimos que mi prima Rosa “la princesita” estaba con Rafael, el hijo del borrachín del pueblo.
Años después seguramente pasé de espía a espiada.
FIN.

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